Taller carta a un posible lector #5, #6, #10
A partir del cortometraje Los fantásticos Libros Voladores del Sr Morris Lessmore https://www.youtube.com/watch?v=TFF6G6FQgyw&t=843s., comenté las siguientes palabras que Larrosa señala para los libros:
Quiero intentar definir
estos conceptos de Larrosa, no desde Larrosa (aunque claro, estará presente de
manera pasiva), pues quiero intentar hacerlo desde Sr Morris y su experiencia, en
tanto a lo que pude ver como sujeto singular, así que estas definiciones por nada son universales.
Discontinuidad: el tiempo no lineal y Sr Morris volviendo a ser
joven, entendiendo la posibilidad del libro como espacio y tiempo otro.
Novedad radical: Sr Morris descubriendo el nido de los libros, es un acontecimiento.
Comunidad
dispersa, plural, diferente: todos son grises hasta
que un libro llega a sus manos y los colores se vuelven distintos, es decir,
singulares… Cuando Sr Morris es un lector que da desde su singularidad
despierta otras singularidades.
heterogeneidad
radical: cuando
Sr Morris da libros y se forman y reúnen para ello permite un encuentro entre
las diferencias de los otros, es alteridad u otredad.
Patrimonio: no lo veamos desde la herencia, sino más bien, desde Sr Morris y su libro que invita pero que no es de nadie.
6)
Supongamos que tú eres profesor, ¿qué pasaría si
abordas un libro como apertura, porvenir, don, fecundidad, sencillez,
singularidad y no como enseñanza con propósitos y expectativas? Escribe un cuento. Recuerda un cuento tiene
la siguiente estructura: cómo empieza,
qué pasa (desequilibrio) y cómo termina.
Cuento para vacas
Ya
estaba cansado, el tiempo no era ya su tiempo, había perdido la pasión hacía
muchos años y últimamente le pesaban los libros, los cargaba pero eran un peso
muerto, lo hacía por inercia. Aquella mañana, tres días antes de pensionarse -días
que contaba con entusiasmo- pues ya no quería abrir más libros y repetir. Lo
había hecho por décadas y sabía que nadie lo escuchaba. No era su culpa, él se
enamoró de los libros en una clase igual y en esa época hasta un golpe iba y
venía y así él se enamoró de los libros, a pesar de… Pero todos estos jóvenes a
los que les leía eran sordos. Las palabras volaban, él las veía volar como
cuando era joven pero aquellos niños ni en los oídos la sentían. No era su culpa,
en su tiempo no había televisión y el refugio era un libro pero los niños de
ahora se refugiaban bajo el televisor, para él era como si alguien prefiriera
atajar la lluvia con un colador y no con un paraguas. Él, en su compromiso con
los libros, lo había intentado y, es más, hasta creía que su pasión por los
libros se había marchitado de tanto intentarlo.
Esa
mañana, llevaba la misma hoja amarilla y aunque vieja inmaculada en el maletín,
esa hoja no tenía ni un rayón, en más de tres décadas solo había sido doblada y
repetida una y otra vez y otra vez y otra vez. El salón estaba reventando en
gritos y risas que él ya no entendía, culpaba a la edad, no a su falta de
interés por ello. Se dirigió al tablero, borro los mamarrachos que siempre aparecían
en el tablero en cada cambio de clase. Abrió el maletín y sacó la inmaculada
hoja pero así como Remedios se fue volando con las sabanas -escena que amaba-
su inmaculada hoja fue arrastrada por un viento misterioso que la sacó por la
ventana de la izquierda y, aunque la intento perseguir, se perdió para siempre.
Y se dio cuenta que aunque repitió esa hoja una y otra vez, había sido tan trivial
a su interés que no recordaba nada, se sintió como Funes, el memorioso.
Por
primera vez, los ojos de sus alumnos se posaron en él y por primera vez en su
vida no sabía cómo responder a esa mirada. Sabía que ellos no habían leído el
libro y el único acercamiento correcto que tenía se había ido volando. Sudó, él
creía que no sudaba pero sudó.
Y
por primera vez en tantos años, abrió de nuevo el libro para pedir ayuda, el
libro que medio repasaba cada año para la clase, pero esta vez, sin su hoja
amarilla se fijó en los dibujitos que había hecho en la margen al pie de página
cuando lo leyó por primera vez, y donde, pasando las páginas rápidamente,
simulaba la animación de la escena que más le gustaba, la vaca siendo llevada
por el río. Le revivió una sonrisa y un buen recuerdo, pero sabía que no podía
hablar con ellos de eso, no habían leído el libro, no les preguntó pero lo
sabía, sin embargo, como buen burócrata que ya era, tenía que confirmar la
información “¿quién leyó el libro preguntó’” y nadie alzó la mano, no era una
sorpresa pero antes de que comenzara con el sermón, una niña, de la que ni
recordaba el nombre dijo que le había gustado la escena donde la vaca era llevada
por el río, varios asintieron al unísono y sin que el profesor diera la palabra
las vocecillas empezaron a flotar por las cuatro paredes hasta inundarla, nada
era lo que él había entendido, lo que decían los niños era incorrecto pero no
podía dejar de escucharlos. Las malas lecturas eran maravillosas lecturas y así,
sin darse cuenta, unas vacas terminaron apropiándose de la clase; los niños se
convirtieron en vacas, todas con manchas distintas, unas con cuernos más largos
que otras y unas tan pero tan fecundas que hasta leche daban. Él empezó a reír
sin parar y cuando se vio en el transparente reflejo de la ventana, no se vio,
vio a un joven pastor, que sin ser vaca podía hablar con ellas, que las cuidaba
y por ello había decidido soltarles el lazo y nunca habían sido tan hermosas.
Fin.
10)
Este punto lo contestan
todos. Cada uno hace una carta contéstale la carta a Jorge Larrosa, tú eres el
lector que estar por nacer. Así pues, elabora una carta a Larrosa teniendo en
cuenta los siguientes aspectos.
1
-Marcar la carta con lugar y tiempo
genéricos
2
-Señalar que encontraste la carta en una
botella que debió viajar por el mar…
3
-Contestas referente a: (esto es referido,
a lo que señala Larrosa en el texto de la carta)
4
al tipo de sociedad en el que estás
5
al tiempo de crisis, pandemia, éxodos
6
tu nacimiento como lector
7
tu interlocutor Larrosa, definir el tipo
de lector y emisor que es
8
lectura que hace estallar, que es fecunda
9
aceptar o rechazar el don de lector que te
da Larrosa
10
traducir a tus palabras cómo te define
Larrosa
11
Despedirse
Carta:
Para: el maestro del porvenir.
También
te escribo desde un lugar similar, un tiempo confuso, un tiempo donde la paz se
gana con guerras, pero bueno, creo que eso sería muy vago pues aplicaría para
toda la historia. Para ser más específico, te escribo desde esa posmodernidad,
no la misma que la tuya, una distinta, no solo por los años que ya han pasado o
por el lugar, que muchos imaginan es una selva enorme e inhóspita donde la
posmodernidad no es tan moderna, pues no existen los medios, sino de un tiempo
que cada vez desprecia más lo humano en su gama del sentir y… ¿Qué quedará
cuando no seamos más humanos? Eso lo sabrá, quizás, y Dios quiera que no, un futuro
lector pero he aquí una contradicción o en esas palabras que les gustan a los
académicos, una paradoja, pues si no hay humanidad no habrá lectores y el ciclo
de la carta terminará. Pero bueno, dejemos de ser pesimistas y mejor te cuento cómo
me topé con esta botella. Hay muchas botellas pero pocas con cartas y esta no
la encontré por gracia del mar, sino como regalo de una marinera que antes ya
la había encontrado. Aunque, sin pretensiones, quiero decir que ya era lector
antes de esta carta pero, era un lector incompleto, no digo que esta carta me
haya completado porque también sería arrogante y sin sentido, sino que esta
carta me ha permitido hablar con una experiencia otra más, experiencia poderosa
que me ha regalado un pequeño choque entre varias experiencias ya pasadas y la
nueva que entra a discutir con ellas, y, cuando ya logren un acuerdo, si aún
sigo siendo un lector entrará otra experiencia que de nuevo lo revolverá todo. Tengo
que agradecerte por ser un lector que da, un lector que invita y anhela el
porvenir en su imposibilidad. Porvenir y no futuro, me encantó esa definición.
Yo también espero poder ser un lector que da y que también recibe, un lector
inacabado y por lo tanto fecundo que invite al porvenir de la otredad.
Cómo
agradecimiento y regalo a las hermosas citas y referencias en tu carta, me
despido con:
Una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo,
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos.
Alejandra Pizarnik.
Por: Jean Carlos
González Beltrán.

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Hola Jean Carlos, impresionante tu trabajo. Me gustó muchísimo tu cuento. A veces cuando leemos un cuento y sabemos lo qué significa, pero cuando estamos con más personas que han leído el cuento y quieren compartir esa lectura, nos hacemos los oídos sordos y pensamos que por el hecho de no haber entendido lo mismo que nosotros inmediatamente están mal. Eso es lo bonito de la lectura, su subjetividad y el cómo podemos escuchar esas voces maravillosas al ampliar nuestra visión y escuchar diferentes puntos de vista. Me pareció fantástico y muy apropiado las imágenes que escogiste y la carta me gustó que te despidieras con aquella cita de Alejandra Pizarnik.
ResponderEliminarHola Jean. ¡Qué imaginación tienes!, me gusto demasiado tu cuento, fue muy bonito poder leerlo. En el punto 5 cuando se habla de comunidad dispersa, plural, diferente, la manera en que lo definiste me pareció tan transparente, y siento que ese es un poder que tienen los libros, darle color a la vida de las personas, llenar sus cabezas y explotarlas. Me parece que, como siempre, hiciste un trabajo excelente creando este cuento. Y por ultimo, me gusto mucho la manera en que encontraste la carta de Larrosa, seguiste con las instrucciones de la profesora, pero dándole un toque tuyo, muy creativo. Es verdad, esta carta nos deja hablar con otra experiencia mas que no nos completa del todo como lectores, porque creo que eso será imposible, pero si que nos llena algunos vacíos que podemos tener
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